Es la magia de los elementos, convergen en el medio enfocando un punto concreto. Aire, agua y tierra iluminadas por el fuego, metal y madera se unen al suelo.
Todo son caminos, la vida está llena de destinos, de metas y desafíos, miles de lugares que explorar. Cada decisión puede ser un cruce, quizás, una vuelta atrás, así, marcamos nuestro rumbo vigilando las piedras con cuidado de tropezar. Muchos carteles con fin de guiar, más ningún rumbo definido pues es todo un entresijo que ordenamos al caminar. Cada quien escoge su cardinal, un punto de inicio por el que continuar.
Un lugar donde revivir los recuerdos, sentarse a contemplar el momento, alzar la mirada y observar el firmamento.
Blancas casas que reflejan el sol, deslumbrando navíos que contemplan desde la mar su implacable brillo pensando que ven un imponente castillo.
En perfecto equilibrio se complementan los extremos, no hay línea divisoria, ambos coexisten en el medio.
Pasito tras pasito caminé, entre subidas y bajadas descansé. Me di la vuelta, y al bajar la mirada, busqué el inicio de mi marcha; en el horizonte no la hallé.
Túnel sombrío, lugar meditativo, sin sol pero con luz, reflexiona en el silencio y piensa en el momento.
No parece España pero lo es. Tanta diversidad y cultura junto con los diferentes climas hacen que a veces nos preguntemos... ¿donde estamos? Un lugar mágico, repleto de leyendas por conocer y misterios que resolver.
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