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Pastan por los montes observando a los caminantes que recorren un bello sendero repleto de verde paisaje .
Lo pequeño vive alegre, crece entre lo gigante, se beneficia de la sombra del grande, de la protección del entorno ante lluvias y vendavales.
La niebla envuelve de misterio al magnífico paisaje, el ambiente se torna místico, la paleta de color cambia su viraje.
Ahí está tranquilo, vive su vida de pájaro, se encuentra fuera del nido. Observa su entorno desde la rama más alta, desde ahí, seguro, vigila todo su alrededor alerta de cualquier depredador, siempre listo para emprender su vuelo. De hecho, el ojo que lo ve anda lejos, más él se muestra inquieto, dejando las ramas en movimiento, desaparece en el cielo.
A veces la naturaleza regala curiosos paisajes, aunque sea por breves instantes los colores se tornan especiales, la luz regala a la vista sensaciones que cambian el ambiente y que revelan la fantasía de este mundo cambiante.
Una ventana al cielo, por donde contemplar el firmamento. Una puerta a la naturaleza, por la que apreciar la belleza que al otro lado espera. Una estructura que fue un hogar, capaz incluso con corral o quizás fuera un templo con su altar, desde luego no parece algo militar. Hoy, la naturaleza embellece ese lugar, sus vistas al universo lo hacen especial, puede que un dia, ahí puedas acampar y a través de la ventana el cielo contemplar.
Parecieran nubes pintadas en un hermoso cielo azul, blancas, deslumbradas por el sol, decoran el paisaje a mediana altitud. Bajo ellas, un mar de árboles crece en la tierra, se adaptan al contorno de las montañas, y cubren con su manto toda ladera.
Blancas casas que reflejan el sol, deslumbrando navíos que contemplan desde la mar su implacable brillo pensando que ven un imponente castillo.
Un lugar donde revivir los recuerdos, sentarse a contemplar el momento, alzar la mirada y observar el firmamento.